La economía de México enfrenta en 2025 un escenario complejo marcado por la desaceleración del consumo interno y la elevada incertidumbre a raíz de las tensiones comerciales con Estados Unidos. Sin embargo, los indicadores recientes apuntan a una inflación controlada y a un mercado laboral que sigue resistiendo, lo cual confirma una dinámica robusta pese este escenario adverso.
En este contexto, la evolución del marco macroeconómico adquiere relevancia estratégica para decidir sobre inversiones y detectar oportunidades de crecimiento a mediano plazo.
INCERTIDUMBRE GLOBAL Y AJUSTES MONETARIOS
El Banco de México ha recortado su estimación de crecimiento para 2025 a apenas 0.1%, atribuyendo esta desaceleración a la debilidad del consumo interno y a la incertidumbre generada por los cambios en la política comercial de Estados Unidos. No obstante, la institución ha descartado que el país se encuentre en una recesión técnica, subrayando que la economía aún muestra signos de resiliencia en algunos sectores clave.
En respuesta al contexto actual, Banxico ha iniciado un ciclo gradual de recortes en la tasa de interés, que se ubicó en 8.5% en julio. Esta decisión refleja una mayor confianza en la trayectoria descendente de la inflación, que en la primera mitad de julio de 2025 se redujo a 3.55 %, situándose dentro del rango objetivo del Banco Central (3 % ± 1). Si bien esta tendencia abre espacio para una política monetaria más flexible, el directorio ha reiterado la necesidad de cautela, advirtiendo sobre presiones inflacionarias persistentes en algunos rubros como servicios y alimentos.
EMPLEO FORMAL: AVANCE DESIGUAL PERO SOSTENIDO
Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), durante el primer semestre del año se han creado más de 400 000 empleos formales, una cifra sólida, aunque inferior al mismo período del año anterior. Este crecimiento se ha dado principalmente en sectores como servicios, manufactura ligera y tecnología, y ha sido impulsado por el dinamismo exportador y por ciertas políticas de estímulo al empleo juvenil y femenino.
Si bien el ritmo de creación de empleo se ha moderado, el aumento en los salarios reales ha sostenido el consumo interno, compensando parcialmente la desaceleración en otras variables macroeconómicas.
A pesar de estas cifras positivas, persisten retos estructurales. La informalidad laboral sigue siendo elevada —superior al 55% según el INEGI—, especialmente en zonas rurales y sectores de bajos ingresos. Las brechas regionales también son notorias: mientras zonas del norte y centro del país muestran tasas de ocupación más estables, algunas regiones del sur aún enfrentan altos niveles de desempleo y subempleo. La política pública en esta materia se ha centrado en reforzar la fiscalización, promover la formalización y adaptar programas de empleo a las nuevas dinámicas tecnológicas y digitales.
EXPORTACIONES Y COMPETITIVIDAD REGIONAL
México continúa destacando como una de las economías exportadoras más fuertes de América Latina, con sectores como el automotriz, electrónico y agroalimentario liderando los envíos al exterior. El fenómeno del nearshoring ha impulsado la inversión extranjera directa, sobre todo en regiones del norte del país, fortaleciendo la integración con socios del T-MEC.
Sin embargo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha advertido que, pese a estas oportunidades, México debe mejorar su entorno regulatorio y logístico para aprovechar al máximo esta ventaja geoeconómica. Aun así, el país mantiene una ventaja relativa frente a otras economías de la región, tanto por su cercanía con Estados Unidos como por su base industrial consolidada.
TIEMPOS DE ECONOMÍA CIRCULAR
Un estudio publicado en agosto de 2024 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) reveló que solo el 0.4% de los materiales utilizados como insumo en la economía mexicana logran reciclarse o reutilizarse, frente a un promedio global del 7.2%. Esta cifra refleja un severo rezago en políticas de economía circular.
El nuevo Plan Nacional de Desarrollo 2025–2030 busca revertir esta situación. Entre las acciones más destacadas, la presidencia ha anunciado la puesta en marcha de un proyecto piloto en Tula, Hidalgo, que integrará reciclaje de residuos, tratamiento de aguas residuales y generación de energía a partir de fuentes renovables. Asimismo, se prevé la construcción de diez nuevas plantas tratadoras de residuos en distintas regiones del país.
Otro eje central será la modernización de redes de recolección y tratamiento de aguas residuales. El objetivo: reducir la contaminación, fomentar la reutilización sustentable y adecuarse a los desafíos del cambio climático.
RETOS PENDIENTES
Si bien persisten retos estructurales en la economía mexicana, como la informalidad y la necesidad de modernizar ciertos marcos institucionales, el país también muestra señales claras de dinamismo y resiliencia.
La solidez de sus exportaciones, el crecimiento del nearshoring, la estabilidad del tipo de cambio y el impulso de proyectos estratégicos en infraestructura y energías limpias auguran un panorama favorable para la inversión. Con políticas públicas que apunten a fortalecer el mercado interno, mejorar la productividad regional y apostar por la innovación, México tiene ante sí una oportunidad concreta para consolidarse como un motor económico de América Latina en los próximos años.