Oklahoma parecía encaminado a sumarse a los estados de EE.UU. que han legalizado las apuestas deportivas. Sin embargo, en 2025, el debate se ha convertido en un punto muerto político. La razón principal es un profundo desacuerdo entre el gobernador Kevin Stitt y las naciones tribales que históricamente han manejado la operación de juegos en el estado.
Mientras el Legislativo estudia diversas propuestas para habilitar esta modalidad, la falta de consenso entre el Ejecutivo y los pueblos originarios ha bloqueado el avance. La negociación, lejos de madurar, se ha convertido en una contienda de intereses y visiones sobre quién debe tener el control del mercado.
El modelo tribal contra el mercado abierto
Las tribus de Oklahoma sostienen que las apuestas deportivas deben incorporarse a los juegos de clase III que ya operan bajo los convenios firmados con el estado. Este enfoque las mantendría como las principales gestoras del juego, garantizando ingresos exclusivos por su operación.
No obstante, el gobernador Stitt ha manifestado su rechazo a esta idea. Según su visión, abrir el mercado a operadores comerciales externos ofrecería mayor transparencia y beneficios para los contribuyentes. Stitt ya ha advertido que vetará cualquier ley que entregue exclusividad a las tribus, lo que ha encendido aún más el conflicto.
Proyectos en el limbo: múltiples propuestas, ningún consenso
Actualmente, hay varios proyectos de ley en discusión, cada uno con enfoques diferentes sobre fiscalidad, distribución de licencias y marco legal. Algunos de ellos otorgan exclusividad a las tribus, con tasas estatales del 10% sobre las ganancias. Otros proponen un modelo mixto, e incluso se estudia un plan liderado por la Comisión de Lotería de Oklahoma que impone tasas de hasta 20% para apuestas móviles.
El problema radica en que ningún proyecto cuenta con el respaldo del gobernador y de las tribus al mismo tiempo. Mientras unos buscan proteger los intereses históricos de las naciones originarias, otros apuestan por una liberalización total del mercado.
El factor político: ¿esperar al próximo gobierno?
Líderes tribales han expresado que las posibilidades de destrabar la situación podrían aumentar una vez que Stitt concluya su mandato en 2026. En años anteriores, ya han tenido roces con el gobernador por desacuerdos en los convenios de juego, y la relación institucional se ha mantenido tensa desde entonces.
En este contexto, algunos actores consideran que es más viable frenar las negociaciones actuales y esperar a una nueva administración estatal más favorable al diálogo con las tribus.
Pérdidas potenciales para el Estado
Mientras la disputa continúa, Oklahoma deja pasar la oportunidad de generar millones de dólares en ingresos. A diferencia de otros estados vecinos, que ya han lanzado con éxito sus mercados de apuestas deportivas, el estado aún no cuenta con un marco legal funcional. Esto no solo representa pérdidas fiscales, sino también la migración de jugadores a plataformas fuera del estado o al mercado ilegal.
Además, las tribus, que ya aportan más de 200 millones de dólares anuales al estado en concepto de exclusividad por casinos, advierten que una liberalización sin diálogo pondría en riesgo sus aportes sociales, principalmente destinados a educación y salud mental.
Apuestas deportivas en pausa indefinida
La legalización de las apuestas deportivas en Oklahoma parece estar, por ahora, atrapada en un callejón sin salida. La falta de consenso entre el gobernador y las tribus ha dejado en suspenso no solo el desarrollo de una nueva fuente de ingresos, sino también una oportunidad para modernizar el mercado del juego bajo un modelo regulado y responsable.
El resultado dependerá de una eventual reconciliación entre el Ejecutivo y los pueblos originarios o de un cambio en la administración estatal que permita retomar el diálogo en condiciones más propicias. Mientras tanto, Oklahoma sigue apostando a lo conocido.